Un monólogo sobre las loterías y su rol en la economía colombiana

Un monólogo sobre las loterías y su rol en la economía colombiana

Las loterías cumplen un rol fundamental en la economía colombiana. En primer lugar porque son generadoras de empleo, y en segundo lugar, porque gran parte de los impuestos que se recaudan se destinan para gestionar el sistema de salud.

Escrito por: Santiago Gaviria

 

Presupongo que la mala suerte que me ha acompañado durante toda la vida me ha condicionado a ser un tipo distanciado del azar. En los 21 años que llevo sobre este planeta nunca he comprado un billete de lotería por dos razones muy simples: la primera, porque soy pésimo perdedor; la segunda, porque no tolero a los ludópatas. 

 

Hace algunos días le comentaba a Ana Pinzón, trabajadora de un Super Giros en el barrio de La Paz, que yo percibía el azar como una consecuencia de nuestra ignorancia, porque las posibilidades de ganar son casi nulas y, aún así, los ludópatas guardan la esperanza de hacerlo. Es como si la frustración de perder crónicamente los llevara a pensar que, por alguna razón, su insistencia y perseverancia los hará sacar un buen número algún día. 

 

Ana Pinzón tiene veintidós años, lleva trabajando en el Super Giros aproximadamente un año y medio. Durante el tiempo que lleva en ese lugar siempre ha vendido billetes de loterías, pero nunca se ha enterado que uno de sus clientes haya ganado un premio. Ana me explica que, las loterías, al igual que cualquier otro negocio, funcionan de forma distinta dependiendo de las dinámicas que manejen en cada lugar y cada lotería. Por ejemplo, la Lotería del Cauca vende el billete completo en $16.000, pero si se desea, se puede comprar solo una fracción del billete.

 

Lo que pasa es que esta lotería divide el billete en cuatro fracciones, y cada fracción tiene un costo de $4.000. En cambio, otras loterías como la del Valle vende el billete en $15.000, y lo divide en tres fracciones. Cada fracción tiene un costo de $3.000. Entonces, bajo ese sentido, las dinámicas de las 15 loterías que se juegan en Colombia cambian de acuerdo a las estipulaciones que se acuerden dentro de cada una de ellas. 

 

Ahora bien, frente a los premios, Ana me comenta que el monto mayor que se puede ganar con la Lotería del Cauca es de $5.555 millones. Sin embargo, afirma que a este premio le quitan el 20%, por lo cual el ganador solo se queda con $4.444 millones. Pasa lo mismo con los otros premios (chance, secos y aproximaciones), si el monto es mayor a $2.259.120 le cobran el 20% de impuestos. En la ley colombiana, a este impuesto se le conoce como “impuestos a los ganadores”. Todas las loterías que se juegan en Colombia deben cumplir con este impuesto, porque como las loterías son consideradas empresas públicas, deben generar ganancias para el estado. 

 

Las loterías son un negocio indispensable en la economía colombiana. Desde que leí una nota periodística publicada por el Periódico UNAL en la que mencionaba que el 80% de los impuestos recaudados por juegos del azar en Colombia están destinados para la salud, me gusta hacer el pésimo chiste de que los enfermos no pueden odiar a los ludópatas. 

 

En ese mismo artículo pude leer que en el 2023 la Asociación Colombiana de Empresarios de Juegos (Asojuegos) representó cerca del 2,5% del producto interno bruto (PIB). Esto quiere decir que, si por alguna extraña razón las políticas gubernamentales acabaran con los juegos de azar, desestabilizaría la riqueza del país en un 2,5%, lo cual se vería reflejado en factores como el aumento de la tasa de desempleo (debido a que las personas que trabajan en estos lugares quedarían sin trabajo), la creación de juegos ilegales (debido a que las personas empezarían a crear espacios de juegos clandestinos para satisfacer la necesidad de juego), y el incremento de violencia (esto debido a que los ingresos públicos y del Estado, pasarían a manos de una entidad privada, las cuales, generalmente, suelen generar violencia). 

 

Cuando se me vino a la cabeza el caso hipotético de que Colombia acabara con las loterías, el profesor y economista Jhonatan Zambrano de la Universidad del Cauca me dijo que era imposible, porque el Estado suele ponerle impuestos muy elevados a las loterías, los cigarrillos, y el alcohol. La razón por la cual se hace es porque su oferta y demanda son elásticas. En economía, el término “elasticidad” se refiere a que no importa cuánto se le suba el precio a la oferta, la demanda siempre será la misma. Esto sucede porque las personas que son adictas a este tipo de productos siempre los van a comprar, por la sencilla razón de que han generado una dependencia hacia ellos. Además, Zambrano dice que moralmente es más aceptado ponerle impuesto a alguien compra un billete de lotería, que a una persona que compra una libra de arroz o un panal de huevos.

 

Naturalmente, después de la jugosa conversación con Ana y con Zambrano, me terminé convenciendo de que yo nunca compraría un billete de lotería en mi vida. No es porque sea un codo o un cobarde, sino porque sé, de antemano, que soy muy susceptible a la esperanza. Supongo que si compro un billete una vez en mi vida terminaría comprando uno cada semana. 

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