Transformar llantas usadas en esculturas, una apuesta por cuidar el medio ambiente

Transformar llantas usadas en esculturas, una apuesta por cuidar el medio ambiente

Javier Villarraga y Julieth Sepúlveda fundaron Decorllantas Villa, una empresa familiar que además de reutilizar llantas usadas y convertirlas en esculturas, propicia prácticas de sostenibilidad que contribuyen al cuidado del medio ambiente.

Escrito por: Daniel Castro

 

Desde el casco urbano del municipio de Caloto se alcanzan a divisar gigantescas figuras de animales ubicadas en lo alto de una colina conocida como el barrio Belén. Una jirafa, un león y un colosal simio son las esculturas que atrapan las miradas de propios y visitantes que, mientras pasean por las calles del pueblo, observan desde abajo con curiosidad.

 

Se trata de un mirador ecológico que abrió sus puertas al público el 27 de enero del 2024. Su propietaria, Yuzmir Tobar, le encargó la tarea de realizar las esculturas a Javier Villarraga y Julieth Sepúlveda, quienes antes de su apertura, viajaban todos los días por más de una hora, desde la ciudad de Cali, para trabajar en las más de 10 esculturas hechas con neumáticos usados que hoy dan forma a los diversos animales que son un atractivo turístico más del municipio de Caloto.

 

Al llegar al espacio donde trabajan Javier y Julieth, se aprecian las esculturas a través de la reja de metal que encierra el predio. Una enorme y espeluznante cabeza de oso con el hocico abierto, hecha completamente con trozos de llanta, adorna la entrada. Un perrito criollo, de color naranja, revolcado por la tierra rojiza que cubre la montaña, es el primero en recibirme enérgicamente moviendo su cola de lado a lado. Desde afuera, sólo se escucha el estruendoso ruido de un taladro. Después de llamar tres veces, por fin sale Julieth, un poco agitada, con su rostro bañado en sudor y vistiendo un ancho overol cubierto de polvo.

 

Julieth saluda y con un estrechón de manos nos presentamos. Al entrar, me ofrece pasar a un inmenso salón construido en guadua, lleno de polvo, aserrín, herramientas, llantas y recortes de neumáticos por todos lados. Lo que más cautiva del lugar es la hermosa vista que permite apreciar el casco urbano de Caloto, del que sobresale la torre del reloj de la parroquia San Esteban y, al fondo, las imponentes montañas azules que adornan el paisaje y se fusionan con el inmenso valle del Norte del Cauca. Luego de apreciar la gran vista que tiene Julieth desde su lugar de trabajo, nos sentamos sobre unos asientos elaborados con llantas y comenzamos a conversar. 

 

La idea surgió del desempleo. En ese momento estábamos viviendo aquí en Caloto y mi mamá tenía unas llantas tiradas en el patio. Le dijo a Javier que las fuera a botar porque eso hacía desorden, atraían zancudos, pero él tiene un talento muy especial, entonces las paró y dijo: “no, aquí voy a hacer una moto”. Y verdad, mi mamá le compró el material y ahí empezó este arte cuenta Julieth, recordando sus primeras esculturas.

 

Antes de hacerle otra pregunta, Julieth se apresura a hablar. 

 

Nosotros, Decorllantas Villa, somos una empresa formada por varios. En sí, Javier y yo somos la empresa, pero tenemos muchos trabajadores: hermanos, mis hijos, es una iniciativa familiar. Nosotros, a pesar de las dificultades económicas de hoy en día, nos tratamos de mover en todo y, dado el caso, dimos con el reciclaje. Nos dimos cuenta que las llantas las usan mucho para dañar el medio ambiente, porque las llevan a los trapiches para hacer la caña porque se encienden muy rápido. Tras de eso, todas las llantas van al mar, entonces tratamos de darle otro uso a estos materiales añade Julieth. 

 

¿Y sí es rentable vivir del reciclaje de llantas? pregunto tratando de entender cómo funciona la idea de negocio.

 

Al principio no porque son recursos que a pesar de que los botan siempre tienen trabajo y la gente no valora eso. Como es de la basura dicen: “No, pues eso es muy económico”. Entonces uno lo va a vender y lo quieren muy barato. Ahí donde ve, eso es muy difícil, cortar una llanta es muy duro y la gente lo ve como: “Ay, tan lindo y tan fácil”, pero vaya hágalo otra persona y no es capaz. Este arte es muy difícil.

***** 

Aunque las primeras figuras que esculpió Javier con material de llantas fueron pequeñas, como motos y materas, poco le gustaban, pues le llamaba la atención realizar cosas mucho más grandes. Por eso comenzó a esculpir animales, luego pasó a la figura del helicóptero y así,  hasta completar las figuras que reposan hoy en este terreno. 

 

Desde que todo inició, no han adquirido ningún tipo de maquinaria que les facilite el trabajo a la hora cortar las llantas. Lo hacen con un bisturí,  y una hoja solamente alcanza para cortar una llanta. Es por eso que al llevar tanto tiempo haciendo ese proceso, Julieth tiene sus manos llenas de callos. 

 

La mayoría de las llantas con las que Javier y Julieth  trabajan usualmente las recogen en la calle, pues es común verlas por ahí. En otras ocasiones, los sitios “montallantas” se las regalan y dependiendo del momento, las compran. 

 

¿Cómo es el paso a paso para transformar todas estas llantas en una escultura de esa magnitud?

 

Pues nosotros vamos y las recogemos. Depende del pedido que tengamos, así mismo miramos cuántas llantas necesitamos. Si es de carro o es de moto. Por lo regular, siempre utilizamos las de moto, porque son las que dan la horma, las de carro no porque tienen alambre. Las lavamos, las cortamos y comenzamos a darle la horma a la figura. 

 

Pero, ¿primero hacen una especie de esqueleto?

 

Sí, usamos lo que es madera cerrada para el chasis, después, el chasis lo cerramos y después de cerrar la llanta, sobra un aro. Con ese aro le damos forma a la figura. De ahí ya toca montar lo que es la llanta. 

 

¿También trabajan por pedidos?

 

Sí, porque nos ha tocado cerrar porque la cabeza es él (Javier), y como nos ha tocado viajar a Buenaventura, Medellín, Bogotá, no hay nadie que siga produciendo esto, entonces nos toca cerrar para podernos ir. En estos momentos acabamos de llegar de Panamá y estamos haciendo sobre pedidos.

 

¿Y cómo es este proceso de plantear una temática para sus clientes?

 

La idea la tiene el cliente, pero nosotros damos un asesoramiento. Hacemos la visita, escuchamos la opinión que él tiene, lo que quiere y de ahí surgen más ideas, las cuales le pueden convenir. 

 

¿Se dieron cuenta que no solo del reciclaje podían generar un ingreso económico, sino también produciendo esculturas a gran escala?

 

Sí, y somos los únicos aquí en Colombia. Los únicos que hacemos las obras en llanta, porque vos te ponés a ver y hay muchísimos que hacen materas, gansos, patos, todo eso. Pero en esculturas somos los únicos en Colombia. 

 

Imagino que los deben buscar mucho. 

 

Se puede decir que hay de todo. Sí nos buscan bastante, pero cuando se dan cuenta lo que cuesta una escultura de estas, dicen que ya no, o también por el espacio, es muy pequeño… Hay personas que quieren un elefante, pero como tienen un espacio muy cerrado, no pueden.

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El parque temático, donde Javier y Julieth trabajan, se encuentra ubicado en un terreno empinado. Los caminos de piedra se conectan con escaleras cuyos escalones son llantas que permiten recorrer el lugar de arriba a abajo y apreciar las figuras que se dispersan por todo el parque. Un león, una hormiga, un dinosaurio, un caballo, un elefante, un helicóptero y un gigantesco simio de aproximadamente cinco metros de altura, son las esculturas más llamativas.

 

¿Y cuánto dura el proceso de crear una escultura como el simio?

 

Ese por ejemplo, hasta donde lleva, porque no está terminado, le faltan detallitos, puede durar una semana. Depende del tamaño y el tiempo que el cliente desee. Es muy ilógico que yo te vaya a cobrar, por ejemplo, en un caballo, cinco o seis millones, y yo lo termine y le diga al cliente que tiene que pagar. Hay mucha gente que nos dice: “no, pero cómo me va a cobrar tanto por solo dos días”, pero es que no ven el trabajo ni el arte, piensan que como el día vale cincuenta, setenta mil pesos, entonces uno también va a cobrar lo mismo. Es muy duro, a pesar de que es un trabajo muy bonito, es muy duro el comercio de las esculturas. 

 

¿Y esta es su única fuente de ingreso?

 

No, gracias a Dios tenemos otras habilidades. Por ejemplo, Javier trabaja con madera, trabaja de mecánico, yo soy operaria, he trabajado en seguridad. O sea, si no es esto, tenemos muchas otras formas de defendernos.

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El parque carece de césped. Es el color naranja de la tierra el que predomina en el lugar. Recortes de llantas apiladas y trozos de madera invaden el suelo y el sonido de un chorro de agua da cuenta de un estanque ubicado en una esquina del terreno. Dentro, unos peces koi nadan suavemente e inspiran un poco de tranquilidad en medio del desorden.

 

¿Consideran que su trabajo con el reciclaje ha influido y ha generado un aporte significativo en el mejoramiento del medio ambiente?

 

Yo digo que nuestro mayor aporte es sacar toda esa cantidad de llantas de las calles, porque han sido demasiadas. Solo aquí, hemos traído más de cinco mil. Usted pasa por una calle y ve una cantidad de llantas, y eso genera el dengue, y cuando está en lugares oscuros, eso propaga el dengue como sea, pero si vos las pintás, les das color, los zancudos ya no se aposentan ahí. 

 

¿Y cómo buscan inspirar a otros para adoptar prácticas más ecológicas?

 

Nosotros tratamos de enseñar, pero es muy difícil. Aquí en Caloto hemos hecho campañas, le hemos enseñado a comunidades indígenas, afros. Hemos hecho muchas cosas, pero son muy pocas personas las que siguen, porque el trabajo de cortar las llantas es muy duro, y no todos tienen esa pasión y amor por el cuidado del medio ambiente.

 

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Con gran desilusión Julieth menciona que a las personas en general les hace falta mucha educación ambiental y que, además, por desconocimiento de una labor tan importante como la de los recicladores, se hace más fuerte la estigmatización hacia quienes trabajan en ello. Reitera que no se reconoce el valor tan grande que tiene su trabajo.

 

¿Le gustaría dejar un mensaje para que las personas vean lo bonito e importante que es este trabajo y que de alguna manera contribuye al cuidado y preservación de nuestros ecosistemas?

 

Es que todo lo que nosotros llamamos reciclaje, tenemos un concepto erróneo de lo que es eso, y muchas veces vemos cosas como botellas o cartón y los menospreciamos, si se puede decir así, porque nos ha pasado cuando recogemos las llantas. No sabemos lo que hay más allá del ejercicio del reciclaje. Mi mensaje es que no juzguemos a las personas por lo que vemos, es demasiado duro que nos discrimen por ir a un basurero a recoger una llanta.

 

*****

 

Al finalizar nuestra conversación, Julieth me ofrece un breve recorrido por el parque. La sigo con precaución por los caminos aún sin terminar que llevan a cada rincón del terreno irregular. Ella camina sin problema, ágilmente esquiva los materiales de construcción, los trozos de madera y las pilas de llantas. 

 

El recorrido lo terminamos frente a la escultura más llamativa, la que atrapa las miradas desde cualquier punto: el simio de casi 5 metros. Tiene las manos juntas a la altura de su estómago, ahí mismo tiene un agujero para que las personas puedan trepar en él subiendo por una larga plataforma ubicada en su parte trasera. En ese lugar, frente a una de sus obras más icónicas, hecha bajo el sello de Decorllantas Villa, Julieth acepta ser fotografiada y posa seriamente frente a la cámara con una mirada que irradia fuerza. La misma fuerza con la que es capaz de cargar llantas, cortarlas solo con la ayuda de un bisturí y transformarlas en, como dice ella, obras de arte. 

  

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