La poesía libre de Elvio Cáceres
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Elvio Cáceres es un poeta que escribe desde lo que ve, lo que piensa y lo que siente. Es aquel que por medio de cada poema transmite un sin fin de emociones. Un hombre que escribe porque le nace y no porque se sienta obligado a hacerlo.
Escrito por: Valentina Yara
Elvio Cáceres jamás ha llegado a tener un bloqueo a la hora de escribir, algo que suele ser común entre escritores (¿y por qué no, entre poetas?). En cualquier momento del día le llega la musa y le nace un verso, lo escribe en el papel y lo guarda en uno de sus bolsillos para después revisarlo. Fue así que escribió “Aguas Siderales”, un libro lleno de poemas inspirados en la belleza de la mujer. Fue escrito en 19 años, años en los que él, además de ser poeta, se desempeñaba como vendedor ambulante. Los últimos 20 poemas fueron escritos en 20 días.
Los bloqueos no hacen parte de su pensamiento porque no se obliga a escribir y porque, como él muy bien dice: trabaja cuando quiere. Elvio no se sienta a escribir y por eso considera que su poesía es alegre (tal y como irradia su aura), libre y que nunca ha sido tomada presa por las garras del pesimismo.
—Por eso mis poemas son como pájaros; mis poemas son estrellas; mis poemas son viento; mis poemas son la arena del mar; mis poemas son las olas. Porque mis poemas son libres. Incluso ya no son míos, cuando salen del libro yo ya no considero esos poemas como míos —comentaba con una voz suave, tranquila y en un tono hasta casi poético.
Como escribe por instantes dice que cada uno de ellos tiene un viento nuevo y por ello, cada uno de sus poemas es diferente a los otros.Es así como cada poema escrito por Elvio tiene un entorno y un mundo diferente. No solo son palabras, no solo son letras escritas en un papel; es un mundo.
Para él una de las cosas más importantes a la hora de hacer poesía es sorprender al lector, buscando palabras que este no se espere, pero que el poeta sí tiene en cuenta y lo usa como un as bajo la manga. Y esa es su intención, que en sus poemas o en cada libro se salve al menos un verso.
Él quería ser cantante, desde pequeño escuchó a su madre cantar y eso le inspiraba a querer serlo, por lo que al intentar escribir canciones se dio cuenta de que en su lugar, estaba haciendo poesía. Fue así como tuvo sus inicios como poeta.
—Al mirar, no eran canciones: eran poemas. Entonces tuve que volverme poeta a la fuerza —comenta de manera bromista. En su labios una gran sonrisa y de manera natural, una risa impetuosa.
Y aunque es un gran poeta, admite que serlo no es fácil, pues la poesía requiere mucho tiempo, versos, pulir, idear y perfeccionar líneas. En la pintura se puede retratar un rostro y va tomando forma; las novelas inician a partir de personajes ya vistos, pero escribir poesía es como escribir sin haber visto nada.
Antes él hacía sus poemas y los regalaba, cada historia que se le fuera contada la intentaba convertir en versos. Eso no ha cambiado, pero ahora ya vende sus escritos y aunque dice que quizá no debería hacerse, lo hace un tanto inspirado por la convocatoria de Estímulos Culturales de la Alcaldía de Popayán que ganó en el año 2023, una distinción que según la administración municipal y la Secretaría de Cultura y Turismo se otorga como forma de apoyo a todos los artistas y gestores culturales de la ciudad. A través de este estímulo, se dio la posibilidad de acceder a recursos públicos.
Ya no trabaja como vendedor ambulante porque ahora está en la tarea de hacer que las personas vuelvan a tomar un libro, espera que los jóvenes al leer alguno de los suyos se sientan con la inspiración de empezar a leer a otros poetas. Algo que de lejos se nota que lo hace con mucho cariño y con una verdadera preocupación: los teléfonos y la tecnología.
Según un artículo de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo en México, hecho por Marisela Vital Carrillo, la tecnología en cierta parte puede facilitar la información a los jóvenes. Sin embargo, por el poco interés que prestan la utilizan para cosas con menos educación tales como los juegos.
—En el computador no encuentras el asombro, el asombro se ha perdido. Si tú vas a una biblioteca y encuentras el libro que buscabas dices “¡Ay!”, te alegras y te asombras. En el computador y en el celular no existe la palabra asombro porque todo está ahí —menciona a medida que hace las representaciones con sus manos. También las mueve de un lado a otro, dejando en claro lo expresivo que es y lo curioso.
Y de la misma manera relata sus poemas, los cuenta con naturalidad, con emoción y de paso, se detiene a explicar el por qué de cada verso o palabra. Porque cada cosa dicha por él o escrita en el papel tiene un trasfondo, tiene una historia: tiene un sentido. No están solo por estar, ya que, Elvio logra jugar con las palabras de tal forma que cautiva, que sorprende y que conmueve.
Sin embargo, aunque la vida de Elvio podría parecer de total alegría por la manera en la que él cuenta sus experiencias, lo cierto es que no todos lo observan con los mismos ojos de admiración. Y eso es algo de lo que él es consciente; la gente no es igual de amable que otros y en muchas ocasiones cuando él ha querido presentar su libro “Aguas Siderales” le hacen el feo (como se diría de forma coloquial). Eso refuerza la razón por la que creó “Prohibido dar limosna”; poema que aguarda en su libro “Antología Poética”.
Dicho poema nace del hecho de que según Elvio la gente ha perdido la conmutación de “humanidad” y de que hace ya un tiempo, cuando llegó a un negocio este decía “Prohibido dar limosna”.
—Entonces dije: ¿Cómo? ¿Cómo puede prohibir usted que a una persona se le de un vaso de agua? ¿Cómo se le puede prohibir que se le regale un pan? ¿Cómo se puede prohibir que se dé techo a una persona que lo necesita? ¿Cómo se le puede prohibir a los pájaros que vuelen? ¿Cómo se le puede prohibir a un niño que no se ría?
—¿Cómo me pueden prohibir a mí mirar? Si para eso tengo los ojos. ¿Cómo me prohíben a mí hablar? Si para eso tengo la boca. ¿Cómo me prohíben a mí respirar? Si para eso tengo la nariz. ¿Cómo me prohíben amar? Si para eso tengo corazón.
Sí, siempre hablaba como todo un poeta.
Y fue curioso cuando Isabela Ortiz y Alexandra Camacho, dos estudiantes de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad del Cauca, al escuchar el nombre de Elvio, intuyeron que él podría quizá dedicarse a la escritura o a ser un artista. Como si solo con su nombre ya fuera suficiente para saber que él sí se dedica a la escritura: que es un poeta.
En la calle no todas las personas van a decir lo mismo, pero preguntar por Elvio y encontrarse con comentarios como “Ah, ¿el negro ese que se metió a hacer poemas?” “Sí, ¿ese que pasa todo apurado por aquí? Que dizque se volvió poeta”, con tonos despectivos y hasta casi burlescos deja un gran sin sabor. Aún más cuando pareciera como si la labor de ser un poeta que al mismo tiempo fue vendedor ambulante fuera algo denigrante y hasta incluso penoso.
Pero también es grato encontrarse con amigos de Elvio o con personas que le conocen y de paso reconocen lo grande que es.
—Al señor Elvio Cáceres lo conozco desde hace mucho tiempo. Desde que era un ajedrecista, ahora ya es un gran poeta y bastante reconocido hasta por algunos medios de comunicación —hablar del poeta con Guillermo Ordoñez, alguien que le conocía alrededor de 30 años atrás parecía como preguntarle sobre algo que le agradaba, ya que, sus palabras fluían como si nada.
— Cuando jugaba ajedrez y me encontraba con él me daba cuenta que era un hombre muy actualizado, muy bueno en ese ámbito. Sé que él ya ha tenido una gran trayectoria y gracias a eso ha obtenido mucho reconocimiento.
Quienes lo conocen muy bien saben el amor que quizá tenga Elvio hacia el ajedrez. Es tanto así que en su libro de poemas “Antología Poética”, que se divide en secciones donde se habla en cada una de temas diferentes; en una de ellas hay una sección solo para el ajedrez y sus fichas. Suele encontrarse en el bar El Sotareño, ya sea pasando el tiempo o como él muy bien dice, ofreciendo sus libros y poemas. Muchos le conocen porque lo encuentran por ahí y quienes no le tenían presente no se van del lugar sin antes escuchar algún poema, hasta de pronto cruzar una que otra palabra o verlo de lejos conversar con alguien más.
Asimismo, en la calle es grato encontrarse con amigos tales como Ruben Dario Velasco, vendedor ambulante, quién lustra zapatos en el parque Francisco José de Caldas, que dicen que hablar con él se siente muy bien por su humildad y por lo mucho que se presta para hablar con la gente.
—Es un buen poeta, una buena persona y todo —en su rostro se le nota lo mucho que Elvio le agrada, pues las sonrisas no se hicieron esperar a medida que hablaba— Uff, yo a él lo conocía hace mucho tiempo. Cuando vendía cacharros; él vendía de todo. Él habla mucho de sus poemas, ¡hasta sale por la prensa y todo! Ese man es muy conocido.
Y tenía mucha razón, pues algunos medios de comunicación como El Nuevo Liberal tenían varios artículos sobre él, en los que enaltecen su papel como un poeta que por sus caminatas por Popayán al vender sus cacharros se dio a conocer como “El poeta de la calle”. Según el medio, fueron Marco Antonio Valencia Calle, Francisco Gómez Campillo, Felipe García Quintero y Cesar Samboní quienes también lo nombraron así en sus tiempos de estudiantes de literatura.
También en medios de comunicación como Proclama del Cauca le dedican varios artículos, en muchos de ellos le nombran como el rey Pelé por su parecido en su sonrisa y su fisonomía. Al mismo tiempo en que cuentan lo que casi todos (por no decir todos) los medios dicen: que es (fue) vendedor ambulante, que quería ser futbolista, que le gusta el ajedrez y que vivió en San Andrés.
En una pequeña entrevista con la profesora Elizabeth Castillo del Departamento de Estudios Interculturales de la Universidad del Cauca, contó que Elvio era una figura en cierta parte singular en la cultura payanesa, un ser muy humilde que en su trabajo como vendedor ambulante de a poco iba cultivando su creatividad, pero que también era un ser obligado a hablar de poesía urbana. Y lo que nadie había escuchado hasta el momento y llegó a causar más curiosidad fue: que desde hace una década empezó a desarrollar una perspectiva ecológica y ambiental, algo que empezó a caracterizar sus últimas antologías.
Y si alguna vez se lo encuentran en la calle no duden en acercarse y hablarle, pues él con su cortesía y amabilidad les invitará de manera casi indirecta a sumergirse en el mundo de la poesía; y lo que es aún mejor, en sus poemas.
Y si alguna vez tienen en sus manos alguno de sus libros o alguno de sus poemas no duden en dejarse llevar por sus versos, por sus palabras y hasta por cada letra. Pero lo más importante: déjense sorprender.

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