Bertha Lucía Pradilla, una vallecaucana más opita que las achiras
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Una mujer del Valle del Cauca que llegó a La Plata, Huila, a principios de 1990 a impulsar el folclor y a trabajar en su gestión cultural. Hoy día es diseñadora y portadora del conocimiento en la elaboración de trajes de Sanjuanero.
Por: Sofy Alejandra Falla
La casa de Bertha Lucía Pradilla Reyes se encuentra en el barrio Páez, a tres cuadras del parque principal García Rovira de la Villa de San Sebastián, en La Plata, Huila. Bertha Lucía es una vallecaucana, nació en Cali. Desde 1989 le apuesta al folclor y a las tradiciones del departamento del Huila. Hoy en día es gestora cultural del municipio, además de ser pionera y diseñadora de trajes típicos de la región.
La fachada de la casa es blanca con baldosas rojas de barro y ventanales negros en hierro. A unos cuantos centímetros de la puerta hay un timbre. Ding-dong, suena al presionarlo. Ding-dong, vuelve y suena, pero nadie sale. Pasan cinco minutos y escucho cómo alguien se acerca y abre. Es una de sus asistentes.
– Buenos días ¿a quién necesita?
– Buenos días, tengo una entrevista con Bertha en 10 minutos.
– Está ocupada, pero entre y espérala en la sala, no demora.
Al entrar hay dos escalones que dan paso a un recibidor con una pequeña mesa redonda de madera con dulces para los invitados: gomitas, galletas, bombones, masmelos, se posan tentadores. En el interior de la casa, aparecen nuevamente las mismas baldosas de barro y paredes blancas y rojas de la fachada; hay una sala que hace sus veces de salón de eventos, muy grande. También se encuentra un espacio lleno de cuadros, lienzos, fotos y reconocimientos por su labor como promotora de tradición. Espero en una silla rígida un par de minutos. A un costado se están los baños, y al otro, la cocina con puertas oscilantes de madera. Dentro de ella un comedor y minibar.
Pasan 15 minutos y de una gran puerta que da al primer patio se acerca una mujer con un gato. La mujer parece tener una altura aproximada de un metro y sesenta y cinco centímetros. Su tez es blanca, el cabello ondulado y de color castaño claro. Viste con un pantalón de tela negro y una blusa de flores. Sonríe.
– Buenos días. Perdón la demora, pero estaba un poco ocupada. ¿Cómo estás? Pasemos a mi oficina para que podamos hablar mejor.
La sala tiene una rampa que conecta con el primer patio, allí está su oficina; luego una segunda sala más pequeña, un cuarto donde reposan utensilios de cocina, moldes, instrumentos básicos de repostería; está la habitación principal, un cuarto secundario, los baños y un jardín acompañado de escaleras que conducen al segundo piso.
– Esta es mi oficina, siéntate ¿quieres algo de tomar? En el momento tengo agua y café.
Le recibo una taza de café en leche y empezamos la conversación.
– Berthica tiene algo especial y es un don de gente, si tú la tratas 10 minutos sales dándole picos, como si la hubieses conocido desde años atrás — menciona Carlos Puyo exgerente de la oficina de Comfamiliar en La Plata y excoordinador de la Universidad Surcolombiana (USCO).
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No habla de su familia, ni de sus padres. Tampoco da muchos detalles de su vida en Cali, antes de llegar a La Plata. Dice que es por seguridad, ya que sufrió durante varios años extorsiones por parte de grupos al margen de la ley y prefiere no ahondar en ese tema. Nació en Cali, estudió en el Colegio María Auxiliadora y su formación universitaria la realizó en la Universidad Santiago de Cali y en la Universidad Central del Ecuador.
Su rostro se torna inconforme, la mirada fija, penetrante. Silencio absoluto por unos minutos.
– No me siento cómoda hablando de mi pasado, prefiero mencionar aspectos de mi vida desde que llegué al municipio de La Plata. Llegué aquí en 1988, de vacaciones, el papá de mis hijos pertenecía a una agrupación de rajaleñas muy importante: “La Banda de los Borrachos”. Vine de visita y las personas me acogieron con tanto amor que decidí quedarme.
En el municipio de La Plata, desde 1960, se realizan las fiestas de San Pedro, donde se celebra durante varios días lo mejor de la cultura, el baile, la música, la gastronomía y todo el folclor del Huila. Estas fiestas surgieron como alternativa para cesar los enfrentamientos bipartidistas y unir a liberales y conservadores en épocas de violencia. Todo se originó con la fundación de La Banda de los Borrachos, por ende, las tradiciones giran en torno a ellos.
La agrupación fue creada en La Plata, a mediados del siglo XX, con el fin de limar asperezas e integrar a la población en medio de los enfrentamientos violentos que vivía el municipio y que generaban el aumento de odio, tensiones y desconfianza entre los habitantes del municipio. Gracias a ella se crearon las fiestas de San Pedro. Por ende, el municipio de La Plata es conocido como el “Paraíso Folclórico del Huila».
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Mientras hablamos de sus primeros acercamientos con el folclor huilense se escuchan unos pasos más y más cerca. Alguien golpea levemente un par de ocasiones la puerta de madera desgastada y del lado derecho entra una mujer, la misma que me recibió.
– Doña Bertha, la necesitan. Usted tenía una cita de trabajo y la están esperando afuera— menciona Diana.
– Dile que dejemos la reunión para las horas de la tarde, en estos momentos estoy en una entrevista, pero que con mucho gusto lo atiendo.
Saca una libreta con un lapicero, hace un par de anotaciones y correcciones.
– Bueno, yo empecé a incursionar en temas teatrales y dancísticos gracias al padre Fernando Floriano, en ese entonces era rector del Colegio Cooperativo, allí nace el Grupo de Teatro Guaitipán.
Bertha llegó a La Plata a abrir un camino que no estaba previsto. Hacía una labor social y cultural, en un entorno que tenía una festividad muy linda pero que no era proyectada ni explotada de la misma forma.
– Primero busqué la manera de crear alternativas para la juventud que no hacía nada en su tiempo libre, comencé a involucrarlos en procesos culturales, teniendo como resultado una gestoría cultural de muchos años.
Toma un sorbo de agua, se acomoda la manga de su blusa y su tono de voz cambia poco a poco.
– Yo buscaba un futuro cultural para mi gente.
Sus gestos corporales cambian. Comienza a alterarse. Sus cejas se juntan sobre su nariz, formando un ceño fruncido en su rostro y el volumen de su voz rápidamente sube cada vez más.
– Yo no quería más jóvenes de 13 y 14 años en un andén sentados bebiendo, yo quería a todos con la cabeza y la mira en donde estaban.
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Ding- dong, suena el timbre.
– ¿Quién será? — se pregunta.
Coge deprisa su libreta, revisa los compromisos previstos para ese día. No tiene en mente esperar a alguien. Ding- dong, el timbre suena por segunda vez. Nadie abre la puerta.
– Dame 5 minutos.
– ¿Qué podrán necesitar? Estoy un poco ocupada.
Habla sola mientras espera sentada. Pasan alrededor de 10 minutos y escucho que llaman a alguien.
– ¡Diana!, ¡Diana!, ¿dónde estás? — se desespera un poco.
La persona que toca el timbre es una mujer que encarga 30 platos de asado huilense para el lunes festivo del 4 de julio.
Las fiestas de San Pedro se aproximan y Bertha brinda servicios de fiesta y buffet y para esta fecha ofrecen comidas típicas. Además, brinda servicio de repostería, pastelería, alquiler de salón de eventos, alquiler de trajes típicos para los desfiles, entre otros.
– Lo siento, continuemos. El proceso de gestoría cultural empieza a ser mucho más bonito porque nace Danzas Criollas Timanco. Ya no era solo un grupo de teatro si no que ahora había tomado un nuevo propósito.
Se inició un proceso cultural de investigación del Huila y de Colombia a través del grupo de danza, según ella no era solo ir a brincar por ahí, sino que se debía conocer la idiosincrasia de los pobladores del municipio y llevar de la mano el proceso del festival folclórico.
Con un tono de voz contundente, una mirada intensa, una sonrisa leve y gestos de satisfacción menciona que la entrada al grupo de danza representaba un reto complejo para los interesados.
– Para entrar a Timanco, primero, las personas debían hacer talleres de utilería por seis meses e investigación acerca de las tradiciones orales, de las evoluciones musicales y la elaboración de trajes, para que se encontraran en mis mismas capacidades y tener material para trabajar la parafernalia y la puesta en escena de las presentaciones.
Su hijo mayor, Juan Ramírez Pradilla, menciona con una sonrisa en su rostro que Bertha Lucía no solo es su madre, ha sido un ejemplo de fomentar el folclor y a apropiarse de las tradiciones y raíces.
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– ¿Podemos ir al cuarto? — preguntó — no me he encontrado bien de salud en los últimos meses y ya me siento cansada.
Esta es una de las razones por las cuales la casa no se encuentra llena en este tiempo. Bertha suspendió la mayor cantidad de compromisos posibles, porque menciona que, si es para hacer las cosas mediocremente, mejor no hacer nada.
Entramos a su habitación. El cuarto principal tiene una cama matrimonial de 2 metros de ancho por 2 metros de largo, un edredón y un juego de sábanas y cortinas blancas. Tiene una mesa de noche a cada lado y un pequeño escritorio.
Bertha se sienta en su cama, se acomoda y toma una almohada para recostarse.
– La experiencia con la agrupación de Danzas Criollas Timanco fue muy bonita, aquí surgió la elaboración de trajes típicos a base de acierto y error, además de que le abrió las puertas a más de 400 jóvenes que tenían ganas de aprender y también mucho compromiso por la cultura.
No pasó mucho tiempo desde que comenzaron a confeccionar sus propios trajes y la gente empezó a ver su trabajo, y a pedirles que les confeccionaran a ellos.
– La Casa de la Cultura de diferentes municipios empezaron a contactarse conmigo y a pedirme que trabajáramos de la mano.
Esto dio apertura al taller de trajes, que la llevó a ser una de las diseñadoras más importantes a nivel regional, y latinoamericano. Hoy en día el taller de Bertha Lucía lleva 26 años, 23 en funcionamiento, porque se suspendió 2 años por la pandemia y este por cuestiones de salud.
– Timanco me trajo muchas alegrías por 15 años, pero siempre he pensado que los ciclos se cierran en algún momento de la vida, y este se cerró en 2005. Además, por temas personales el padre de mis hijos en sus borracheras mencionaba que el grupo estaba destruyendo nuestra relación de pareja y yo por preservar la familia, decidí apartarme un poco del tema.
Suelta una carcajada y concluye: “resultó que el matrimonio igual se desbarató, entonces no sirvió de nada”.
Esta agrupación dejó un legado vigente hasta hoy entre los gestores culturales que se encuentran activos en el municipio. La agrupación cesó actividades, pero sus integrantes se abrieron paso por la cultura y como resultado hay muchos grupos de danzas, como “Grupo de Danzas Vivencias”, “Agrupación de Danzas Renacer Plateño”, “Olas de Danza” que en estos momentos tiene por nombre “Vida y Arte”, “Academia de Baile Expresarte”, “Compañía Artística Alma Opita”, grupos de rajaleñas y muchos más.
Igualmente, Bertha Lucía es considerada además de gestora cultural y diseñadora, una folclorista y portadora del conocimiento en la elaboración de trajes de sanjuanero huilense.
– Son personas que vienen de otros departamentos se quedan en el nuestro y aportan mucho más que los propios y Berthica hace parte de esas — menciona Carlos Andrés Puyo. Él trabajó en conjunto con ella para la USCO como propulsora de la elaboración de trajes típicos.
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Bertha toma en sus manos fotos de los trajes de sanjuanero que ha realizado.
– La realización de este puede tardar de 3 a 4 días, se parte de un fondo blanco en satín que se tiñe dependiendo del color de la falda, para después empezar armarla. La falda lleva hasta nueve ramos de flores de diferentes tamaños, troqueladas en satín, teñidas en degradé y follaje, pintado todo a mano — menciona.
Erika Yulieth Vega, reina municipal 2011 portando un traje pintado y elaborado a mano por Bertha.
– La primera persona que pintó trajes en el Huila fui yo y debí patentarlo, estaría millonaria. Pero no, yo preferí y prefiero ver mi idea bailando en los escenarios del mundo a pensar en mí. A mí lo que me interesa es que mi idea de proyección de un traje viaje por el mundo, no me interesa con quien.
Juan Ramírez Pradilla, 32 años, hijo mayor de Bertha menciona: Era muy bonito porque en años anteriores llegaban a la casa a confeccionar trajes y todos trabajábamos en encolbonar, cortar flores, teñir la tela, troquelar y eran jornadas muy largas pero satisfactorias.
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Son las 11 y 30 de la mañana. Ha pasado una hora y 45 minutos desde mi llegada. Bertha apenada y enojada me pide unos minutos de descanso para atender asuntos urgentes. Observo. En su cuarto tiene un estante donde cuelgan tules, encajes bordados y en millare, pedazos de flores troqueladas y un sinfín de pinceles. Es lo que queda de lo que un día fue el taller de confecciones, y lo demás está guardado en un cuarto, con las máquinas de coser, telas, pollerín, pinturas, etc
.
Escucho nuevamente a Bertha.
– Te invito a almorzar y le vamos dando finalización a la entrevista.
La comida es una porción de asado huilense, con arepa de arroz, yuca, insulso y envuelto de plátano, todo preparado en horno de barro.
– Con esto quiero ser muy tajante. Hay que dejar en claro que no soy, ni me siento importante, simplemente me considero una persona comprometida con los procesos culturales del municipio que me adoptó.
Su voz se atasca en la garganta. Las lágrimas se asoman a los ojos: “El amor de mi vida son mis trapitos y el día que dejen de ser, una parte de mí se va a morir. Sin embargo, estoy segura de que habrá Bertha Lucía para rato”.
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