Kiwe Thegnas: cuidanderos, guardianes de la tierra y de la vida

Kiwe Thegnas: cuidanderos, guardianes de la tierra y de la vida

Sangre en el viento, en la tierra, en los ríos, heridas entreabiertas en los corazones de las familias y de los territorios, comunidades dolidas por la ausencia física de sus ‘Kiwes’. Solo queda recordar, pasar el nudo en la garganta cuando se habla de ellos y seguir resistiendo.

Por: Yu’sek Niquinas

 

El día en que asesinaron a Albeiro Camayo, a Jhonatan Mulcue Guegia le llegó la noticia cuando estaba mucho más lejos de lo que solía estar de él. Su hermano mayor, Fabián Mulcue, recibió la llamada una tarde del 24 de enero del 2022, y sin pensarlo dos veces, cogió la moto y se fue lo más rápido posible. Pudo ser el aire frío que le pesaba o simplemente el nudo en el pecho que no lo dejaba pensar con claridad mientras se dirigía hacia la casa de sus padres.

 

Al llegar, no logró siquiera organizar algo que no fuera lo que vestía. Sus pensamientos eran lo único que lo acompañaban y el pronunciar las palabras se le hacía imposible. Cuando lo llamaron a preguntarle cómo estaba, simplemente colgó.

 

Habían pasado tan solo 14 días del año cuando el Resguardo Indígena de Las Delicias, ubicado en el municipio de Buenos Aires (Cauca), perdió a dos de sus Kiwe Thẽgnas: Guillermo Chicame y Breiner Cucuñame, en medio del ejercicio de control territorial. Breiner Cucuñame tenían tan solo 14 años de edad.

 

Posteriormente, a los 10 días de este suceso, miembros de la columna Jaime Martínez asesinaron a José Albeiro Camayo Guetio frente a los ojos de su hijo. José Albeiro era excoordinador regional de la Guardia Indígena del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC).  

 

En Colombia ser defensor de Derechos Humanos o líder social no es fácil. Menos para las comunidades indígenas que históricamente han sido las más afectadas por el conflicto armado. No son sólo líderes asesinados, son autoridades, Guardia Indígena y comunidad en general.

 

Siempre ha existido la persecución y la represión, se ha vivido en medio de la violencia, ya que, como lo menciona Albeiro Dagua, uno de los coordinadores regionales de la Guardia Indígena del CRIC, desde la época de la conquista se han dado estas dinámicas. Hoy le pasa a la guardia precisamente por resistir y proteger lo que desde la ancestralidad se ha dejado trazado: el plan de vida de las comunidades en búsqueda de una pervivencia.

 

En el Informe sobre Violencia Territorial en Colombia publicado el 16 de julio del 2022 por la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, establece que entre el 2016 y el 2021 se verificaron 562 casos de homicidios de personas defensoras de derechos humanos, de los cuales, 61 víctimas eran indígenas.

 

De igual manera, en el registro del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), así como en la base de datos del Observatorio de Memoria y Conflicto, se evidencia que “entre 1958 y 2019, han sido asesinados 5011 indígenas en el marco del conflicto armado. El asesinato selectivo es el principal hecho victimizante, con un total de 2300 víctimas durante este periodo de tiempo”, de estas cifras, 736 eran líderes o autoridades.

 

Jhonatan Mulcue Guegia o ‘Jhonatán’, como le decía Camayo, nació lejos de la tierra natal de sus padres. Jhonatan es un joven alto, de una familia numerosa, el último de ocho hermanos; sus raíces tierradentrunas no lo delatan nunca, pues su gusto por las tierras frías ponen en evidencia de que a pesar de vivir en el Resguardo de Path Yu´, en Cajibío (Cauca), parte de su ser también está en donde sus hermanos y hermanas se criaron: Escalereta, vereda que actualmente hace parte del resguardo de Mosoco, en Páez, tierras frías que se ubican justo al lado del páramo de Moras.

 

Jhonatan  llegó a Las Delicias a media noche de aquel doloroso hecho junto con los que siempre suele andar. En medio de la noche la lluvia no dejaba de caer, los truenos retumbaban y la casa del cabildo apenas se iluminaba por la luz de las velas. Cuando entró solo escuchó a las autoridades reunidas en el segundo piso.

 

Mientras unos al parecer no se daban cuenta de lo grave que estaba sucediendo, otros seguían en medio de sus intervenciones. Él solo se sentó en el piso frío, se quedó callado, mirando a la oscuridad con un mar de recuerdos, con un inexplicable anhelo de que esa realidad no fuera la suya.

 

Kiwe Thẽgnas, Guardia Indígena, cuidanderos del territorio, protectores de la madre tierra, de la comunidad. El ser guardia va más allá de portar un chaleco, de llevar radios de comunicación y ropa táctica. Son protectores, defensores de un territorio que lo abarca todo, a los que habitan en él, tanto física como espiritualmente. Por eso dentro de las comunidades se suele decir “guardia somos todos”, a pesar de que existe un grupo específico, los operativos o activos, menciona Albeiro Dagua, uno de los tres coordinadores regionales de la Guardia Indígena del CRIC.

 

La Guardia Indígena actualmente cuenta con alrededor de 13000 personas, entre niños, jóvenes, mujeres, hasta mayores, es decir, la comunidad. A partir de esta guardia se conciben entre 7000 y 7800 guardias activos u operativos que son lo que directamente hacen todo el proceso de control territorial y el ejercicio de salvaguardar a su pueblo por medio de diferentes estrategias.

 

 A partir de los contextos territoriales de cada una de las zonas de la organización, cada una cuenta con su respectiva coordinación de guardia local, siendo así 139 coordinaciones de guardia locales y 10 coordinaciones de guardia zonales, explica la coordinación regional.  

 

El ser guardia: “El concepto más amplio: guardianes de la organización, porque hay que cuidar la organización para defender el proceso organizativo político. Ahora es la guardia que está haciendo ese papel, el guardián no es solamente para ir a pararse en los puntos de control, sino que también tiene que defender la concepción política espiritual, las líneas que tiene el CRIC las ramas que hoy se llaman sistemas», comenta Albeiro Dagua.

 

Veinticinco años no han pasado desapercibidos para Jhonatan, pues a diferencia de otros, ha recorrido mucho más de lo que se imagina, ha aprendido mucho más de lo que demuestra, pues no es de los que quieren sobresalir, pero sí es de los que está cuando se hace necesario. Ha estado en escenarios político organizativos desde que era un niño, ha sido parte de la Guardia Indígena y camina los procesos por convicción propia, es de los que se sienta con el pueblo y no de los que está frente a él.

 

Su primer bastón fue un simple “palo”, como dice él.

 

–Un palo que teníamos que arreglarlo y que ese iba a ser el bastón de nosotros– dice mientras se le escapa una sonrisa por el recuerdo.

 

–Entonces ese día creo que pintaron el mango, la parte donde uno lo coge, de verde y rojo, y pues de ahí nos dieron las cintas. Ese fue mi primer bastón, ese estuvo colgado por ahí hasta hace tiempo– dice mientras trata de recordar en dónde quedó ese primer bastón de la escuela. Ese día por primera vez también realizó el ejercicio de un guardia dentro de su resguardo.  

 

Así como Albeiro Camayo han sido asesinados muchos más. Después de su muerte se reflejaron más desarmonías dentro de las comunidades. En el consolidado general del Observatorio del Programa de la Defensa de la Vida y los Derechos Humanos del CRIC, entre enero y diciembre del 2022, se presentaron 568 afectaciones, 594 hechos victimizantes, 104 homicidios por grupos armados, 256 reclutamientos forzados, 164 amenazas individuales y colectivas, 45 hostigamientos o combates entre la Fuerza Pública y grupos armados, 4 intentos de homicidio hacia dirigentes de la guardia,  7 hechos de extorsión por parte de los grupos armados hacia la comunidad  y 13 seguimientos o persecuciones a guardias indígenas.

 

“Una persona así, uno no la va a volver a encontrar, quizás en unos años, pero en los años que ya han pasado ya se pierde como la credibilidad”, Jhonatan Mulcue Guegia .

Foto: Yu’sek Yonda

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Sus ojos color café cargan con cientos de recuerdos que le siguen doliendo a Jhonatan Mulcue Guegia. Y es que a pesar de que ‘El Viejo’, como le decía a Albeiro Camayo, no era hermano de sangre, sí lo era por todo lo que habían compartido juntos. El proceso los llevó a coincidir en la mayoría de situaciones, comenzó a acompañarlo en las diferentes actividades o circunstancias que se presentaban en las comunidades, por consiguiente, también empezó a aprender de aquel hombre de carácter fuerte y decidido.

 

El primer enfrentamiento en el que estuvo fue en un proceso de liberación de la madre tierra en Corinto, Cauca. Justo ahí cuando no podía más por el gas lacrimógeno, mareado, casi perdiendo la razón por inhalar el gas, mientras sentía que se le iba a salir hasta el alma, corrió por un guadual sin saber ni dónde estaba. Entonces lo vio a él y al hermano menor. Albeiro  Camayo le habló por primera vez.

 

–Me preguntaron con quién más andaba por ahí. Le dije que me había quedado solo, pues me había dispersado. Dijeron que me quedara con ellos– y así lo hizo, se quedó para caminar muchos más momentos junto ‘Al Viejo’.

 

Albeiro Camayo llegó a tener la confianza suficiente para expresar sus preocupaciones a Jhonatan, aquel muchacho que siempre andaba metido en toda parte. Él fue uno de los pocos que lo alcanzó a ver vulnerable, siendo humano, porque como lo cuenta él mismo, parte del buen liderazgo de Albeiro se debía a que nunca lo vieron siendo débil. Esa manía de idealizarlo generaba confianza y seguridad a los demás.

 

–La valentía que él tenía, esa forma de afrontar las cosas, sin hacer dudar a los demás, solo el hecho de decir las palabras y llevar adelante el proceso que él tenía con la guardia a pesar de las dificultades…quizás en algunos momentos cuando estábamos entre personas muy allegadas, también se le quebrantaba la voz. Se doblaba pues. Todo el mundo lo veía como el gran Albeiro que, con su seriedad, con su rigidez, con su disciplina, parecía que no lo doblaba nadie, pero sí. Él… las veces que yo estuve, tuvo dos caídas feas, donde uno lo veía y uno decía “pero aquí qué pasó”.

 

Para Jhonatan Mulcue ya no existen personas así, con ese temple de guerrero como dirían por ahí. Le duele que a pesar de todo, las cosas sigan iguales a como se quedaron cuando en el puente del Mandarino asesinaron a su amigo por defender su territorio, por querer salvar la vida de su familia y su comunidad. Volvió a decepcionarse, volvió a sentirse inseguro, pues a pesar de que no es uno de los que siguen personas o ideologías, para él, Albeiro Camayo con su humildad sí era digno de seguir en lo que fuera.

 

–La humildad que él tenía lo hacía visible ante los demás, la disciplina que él manejaba lo aplicaba en las demás personas, porque obviamente eran retos que tocaba que cumplir – dice.

 

–Era por lo menos uno de los que cuando siempre salíamos así y había más guardia, decía “si comemos uno, pues comemos todos”. No era como unos que llegan que son coordinadores y se van a comer porque tienen plata y verán los demás cómo comen o no.

 

El conflicto armado desde sus inicios ha afectado departamentos como el Cauca, incluso, después de la firma del Acuerdo Final para la Paz en 2016, cuando se creía la finalización del conflicto, la guerra ha seguido presente. Según Diego Jaramillo, doctor en Estudios Latinoamericanos, los asesinatos y la persecución son algunas de las formas en las que se ha representado este conflicto y parte de las causas se atribuyen a la disputa entre grupos armados por el control territorial.

 

De ese modo, se identifica algunos grupos disidentes que se encuentran en ciertas zonas de Colombia, por ejemplo, la Carlos Patiño, en el sur del país, haciendo presencia en los departamentos del Caquetá, Putumayo, Valle del Cauca, Cauca, Nariño, y Huila. A la vez, en el Cauca coexisten internamente otras disidencias como la Jaime Martínez, que actúa en la zona central del Cauca y Valle del Cauca, sobre todo en el Pacífico. Y la Dagoberto Ramos, con permanencia en el norte y oriente caucano.

 

Las comunidades son vistas como obstaculizadores de los corredores usados por estos grupos para transportar sus productos de cultivos ilícitos, armas e incluso a los mismos integrantes heridos. A partir de ello existe una posición mandatada por parte de autoridades y el movimiento indígena para prevenir desarmonías dentro de los territorios precisamente por la presencia de estos grupos. Esa prevención es la que ejerce la Guardia Indígena, resultando como objetivos centrales de una respuesta encaminada a despejar estas regiones en donde ejerce y se disputa el control territorial, explica Diego Jaramillo.

 

En 31 de julio de 2023 se publicó el boletín de DDHH del CRIC 002 “Afectaciones a la vida e integridad física”, donde se reporta que entre enero y junio 56 indígenas fueron asesinados, 26 amenazados, 46 perseguidos, 64 amenazas colectivas, 17 atentados contra la integridad física, 68 desplazamientos forzados y 29 reclutamientos forzados.

 

De estas cifras las víctimas por rol se resume en que el 48% de las afectaciones recaen sobre comuneros indígenas, el 14% a la Guardia Indígena, el 11% para las autoridades tradicionales, el 9% en estudiantes, el 2% en sabedores ancestrales, y finalmente, el otro 2% en dinamizadores y liberadores de la madre tierra respectivamente.

 

Por otra parte, el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), en lo corrido del 2023, registró 11 asesinatos entre autoridades e integrantes de la Guardia Indígena, 6 de ellos después de la fecha del último boletín del CRIC, es decir, desde julio hasta la fecha. Las zonas más afectadas por el conflicto armado, según el Observatorio de Derechos Humanos y Defensa de la Vida del CRIC, son el norte del Cauca, con un registro del 54% de las víctimas reportadas; la zona nororiente, con un 27%; la zona oriente, con el 7%, y zona Tierradentro con el 5%.

 

–Yo era de los que en mi maleta siempre cargaba dulces y él siempre me decía, ole Jhonatán, el niño Jhonatán, trajiste los dulces o no. Y ahí siempre han estado los dulces.

 

Jhonatan toma aire mientras recuerda las palabras de Albeiro Camayo y se le alcanza a notar un titubeo, pasa el nudo de su garganta y prosigue.

 

– Por eso es que me dolió tanto cuando… cuando… a él lo enterraron el viernes y nosotros llegamos antes… lo que más me dolió fue que… (nudo en la garganta) pues yo anduve cargando mis dulces, y pues nadie me pidió los dulces, porque él era el único que sabía que yo cargaba los dulces –dice mientras la última frase sale de su boca casi en un sollozo y en medio de la voz entrecortada.

 

Albeiro no fue el primer Kiwe Thẽgnas asesinado y tampoco el último. Día a día en las comunidades siguen sembrando cuerpos, se sigue sintiendo la ausencia de las vidas que los grupos armados han arrebatado en su paso por los territorios.

 

Para Jhonatan, cuando perdió a Albeiro, también perdió la credibilidad de muchas cosas, porque él no cree en lo que se ve a simple vista, pero sí en las personas, él no recuerda frases icónicas que hoy en día se ponen en imágenes de la organización, él recuerda a un amigo, a un hermano que le dio la mano, que le dio confianza ayudándolo a crecer. Tiene la memoria llena de momentos que hoy, aunque insignificantes son los más preciados. Recuerda a un Camayo que siempre le preguntaba por los dulces, y que cuando llegó para sembrar su cuerpo nunca nadie más le volvió a preguntar.

 

 

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