«Gólem»: una mirada sensible al reclutamiento «no forzado»

“Gólem”: una mirada sensible al reclutamiento “no forzado”

Este relato, que fue presentado en el Festival de Cine Corto de Popayán, narra la historia de un joven de 16 años oriundo de una región colombiana en donde los paramilitares ejercen control, hecho que marca el destino no sólo del protagonista, sino también de todos los jóvenes de la zona.

Por: Alejandro Arias

Andrés Jiménez, guionista y director del cortometraje, ahonda en el significado y la intención que tuvieron al realizar este audiovisual. El título hace referencia a su propósito de mostrar la crudeza que ejercen los factores armados en las zonas de conflicto al utilizar a los jóvenes como “autómatas”.


El gólem es una criatura mitológica que se caracteriza por ser configurada para seguir las órdenes de su superior o jefe, “del mismo modo, estos jóvenes reciben órdenes y se convierten en seres que no toman decisiones, sino que actúan por alguien más”, dice Jiménez. Aunque la historia del corto presenta a un chico que accede al reclutamiento de manera no forzada, el director busca cuestionar también hasta qué punto los jóvenes que crecen en un ambiente así pueden elegir o no ser actores de conflicto.


Gólem está categorizado como un corto de ficción debido a la puesta en escena preparada para la grabación y el hecho de no estar basada en una historia real concreta. No obstante, es el resultado de una investigación hecha por Andrés Jiménez en Antioquia, la cual sirvió de sustento para elaborar el corto de manera más acertada y, sobre todo, acercada a la realidad que muchas personas han tenido que vivir en carne propia a lo largo y ancho del territorio colombiano durante el conflicto armado. De hecho, Jiménez confiesa haber conocido hace poco a un colega oriundo de Cúcuta que tiene una pasado marcado por los actores armados de dicha zona, lo que demuestra que la guerra nos involucra a todos como colombianos de una forma u otra, y que Gólem, a pesar de ser ficción, es un reflejo de la vida de cientos de personas en el país.

Andrés cuenta que la guerra no lo ha tocado en carne propia, pero sí ha conocido casos cercanos de reclutamiento que de alguna forma lo involucran también en la historia del cortometraje.


“El personaje parte de mí mismo, de las decisiones que se toman cuando se está en la juventud, uno cree que puede hacer lo que quiera y no mide las consecuencias”, dice Jiménez. Esto habla también de lo vulnerables ante el reclutamiento que son los jóvenes que viven en zonas de conflicto, pues la rebeldía propia de esta etapa los hace tomar decisiones arriesgadas, como en este caso, entrar a las filas de grupos paramilitares creyendo que eso les otorga poder o fuerza, pero no terminan siendo más que un “gólem”.


Más adentrado como tal en la historia narrada, el director cuenta que desde un comienzo se planteó el corto con un inicio como el que tiene: crudo y atrapante. Su intención era mostrar la manera cruel en que estos grupos armados operan en el día a día, sin mayor sensibilidad frente a las vidas cobradas, los cuerpos apilados o los restos reducidos a cenizas. La escena llama la atención gracias al impacto que genera y lo sensible que puede llegar a ser para algunas personas el trato inhumano recibido por parte de la víctima y su verdugo.


Andrés prefiere que algunas escenas queden para la interpretación de cada persona a partir de su propio contexto, lo que explica la elección tanto del principio como del final del cortometraje. “Hablar con las personas sobre el significado que tiene para ellos y el sentido que le dan a la historia también hace parte del trabajo del corto”. Y no es para menos, al ser un producto de nivel internacional se somete a la mirada de personas de diversos lugares del mundo, quienes pueden entender la historia de una forma diferente a como la vemos en nuestro país y la manera en que la entendemos a partir de nuestro propio conflicto armado.


El director encuentra inspiración en los hermanos Dardenne, un hecho no menor que ha determinado la utilización de cámara en mano en casi la totalidad del corto. El objetivo de la misma fue otorgar una mirada más intimista con el personaje, quien constantemente es seguido por el lente, evitando así que sea una historia en la que simplemente lo vemos pasar frente a la cámara, sino que nos involucra más como espectadores en el caos que se genera en la propia vida del protagonista.

Gólem es un cortometraje de gran reconocimiento y calidad, cuya motivación está fijada a generar conciencia en las personas frente a lo complicada que puede llegar a ser la historia detrás de aquellos que empuñan un arma en nuestro país. El director no busca justificar a quienes siguen este camino, pero espera aportar en la creación de paz entregando un audiovisual que explica lo complicada que es para muchos jóvenes la vida que llevan en un contexto marcado por la violencia y la guerra.


“En el principio no existen bandos, no hay buenos, ni malos”, comenta Jiménez, haciendo referencia a que el reclutamiento en muchas ocasiones está ligado más a la presión que reciben los jóvenes y a la falta de oportunidades en las zonas abandonadas por el Estado, que al hecho de ser malos per sé o querer hacer daño a otras personas.


Este corto dirigido por Andrés Jiménez Quintero ha logrado transmitir emociones en el Festival de Huesca y en otros rincones del mundo. El mensaje que lleva es muy acorde a la situación actual en un departamento como el Cauca marcado por la violencia y el conflicto armado, un territorio que necesita urgentemente una postura de entendimiento y acompañamiento para con sus jóvenes, algo necesario para evitar que se conviertan en un gólem más programado para la guerra.

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